En los últimos años, y de forma acelerada a partir de los cambios ocasionados la pandemia de COVID-19, las organizaciones han incrementado su conciencia sobre la importancia de contar con un área específica que se dedique a gestionar de manera operativa los temas de sostenibilidad, la cual también es responsable de transparentar su desempeño.
Consulte la publicación Desarrollo Sostenible en México 2020
El desarrollo sostenible es una cuestión compleja que debe abordarse urgentemente para frenar los impactos negativos de una pandemia como la que hoy vivimos, o de otras realidades igualmente apremiantes como el cambio climático o las relacionadas con el contexto geopolítico de una sociedad global cada vez más polarizada, con niveles de pobreza que persisten y se acentúan cuando las comunidades no tienen acceso a alimentos, servicios y derechos básicos.
A medida que la regulación, las buenas prácticas internacionales y las demandas de los grupos de interés se vuelven más exigentes en cuestiones de sostenibilidad, será necesario que las áreas y los puestos correspondientes se vuelvan más especializados. Esto permite dirigir acciones específicas hacia los asuntos más relevantes, establecer metas de desempeño, y gestionar adecuadamente la información.
Si algo ha quedado claro en 2020 es que las empresas deben ponderar un amplio espectro de escenarios hipotéticos, identificando y anticipándose a las amenazas mediante una gestión de riesgo empresarial robusta, acompañada de acciones y controles para prevenir o mitigar su impacto. Por ejemplo, la pandemia de COVID-19 ha tenido un fuerte impacto en diversas áreas, haciendo indispensable que se adopten medidas de reacción, resiliencia y recuperación, poniendo en marcha un plan de acción que mitigue los daños y asegure la continuidad de las operaciones.
¿En qué consisten las externalidades?
Una externalidad es el impacto de alguna actividad de la organización sobre un tercero que no participa directamente en los procesos de la compañía; dicho impacto se traduce en un costo o beneficio para dicho tercero y su entorno. Los retos sociales y ambientales –como el crecimiento poblacional y la escasez de recursos– que las compañías ya no pueden ignorar, deben detonar acciones para que internalicen estos asuntos y así reduzcan sus riesgos.
Más de la mitad de las empresas (53%) cuentan con una metodología, aunque no necesariamente específica, para trasladar asuntos de sostenibilidad a efectos económicos, sin embargo, la gran mayoría (88%) no cuenta con una metodología para monetizar los intangibles mediante la valuación de externalidades.
Es importante que las organizaciones identifiquen aquellas externalidades ambientales y sociales que pueden impactarlas económicamente para ser capaces de generar y dirigir acciones específicas al respecto. Por otra parte, el costo real de estas externalidades puede ser positivo o negativo, generando la oportunidad de observar los beneficios económicos de implementar la sostenibilidad en la estrategia empresarial.
A partir de 2020, debido a la crisis sanitaria y económica, los líderes de negocios deben tomar decisiones a corto plazo, que podrían tener consecuencias de largo alcance. Algunas de estas acciones son, por ejemplo, el modelaje de escenarios y la planeación de contingencias; la gestión de riesgos operativos y en la cadena de suministro; las evaluaciones de riesgos financieros; fortalecer la resiliencia de los negocios, así como la transformación digital y la visibilidad de la cadena de suministro.
Hasta ahora, el mayor reto para las organizaciones se presenta en la generación de acciones y de inversiones específicas para la gestión de la sostenibilidad desde niveles estratégicos, tarea en la que queda camino por avanzar, a pesar de que existe un gran entendimiento y aceptación de estos temas como críticos.
