A lo largo de dos décadas, los cambios regulatorios han representado una amenaza constante para las organizaciones, junto con la evolución de otros factores de riesgo; sin embargo, las empresas han sabido adaptarse, y la tecnología ha jugado un papel fundamental en este proceso.
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Al respecto, en 2007, 67% de las organizaciones consideraban la nueva tecnología como una oportunidad, mientras que los cambios regulatorios eran percibidos como una amenaza (26%). Esta tendencia se replicó en años posteriores, como se muestra a continuación:
Año |
Oportunidad |
Amenaza |
2009 |
Nueva tecnología (69%) |
Cambios regulatorios (52%) |
2013 |
Nueva tecnología (72%) |
Cambios regulatorios (55%) |
2018 |
Tecnología como disruptor del modelo de negocio (60%) |
Cambios regulatorios (67%) |

Anteriormente, las compañías contaban con departamentos amplios dedicados a las auditorías fiscales, mientras que ahora están buscando formas de desarrollar o adquirir tecnología interna que les permita gestionar mejor sus obligaciones para optimizar recursos y procesos.
Un factor positivo que hemos observado con el paso del tiempo es que la tecnología se ha ido democratizando, lo que ha facilitado el tener acceso a ella; es decir, aunque puede ser costoso desarrollar tecnología propia, el costo de adquirir soluciones ya existentes ha disminuido, favoreciendo su adopción generalizada.
Lo anterior puede estar relacionado con la evolución simultánea de la tecnología y los cambios regulatorios que pueden complicar el proceso, considerando que, al desarrollar una nueva tecnología, se debe realizar un análisis de riesgos, implementar soluciones y revisar su efectividad, lo cual llega a implicar semanas o incluso meses, y para cuando esto se concluye, es posible que ya hayan surgido nuevas normativas, provocando que las empresas deban revaluar y ajustar la tecnología para que cumpla con las disposiciones y necesidades vigentes.
Cabe destacar que, para las grandes organizaciones que prestan servicios a múltiples clientes, este enfoque puede ser efectivo debido a la escala y necesidades que manejan; sin embargo, para empresas más pequeñas, no siempre resulta rentable, ya que los cambios regulatorios frecuentes pueden obligarlas a adaptar nuevamente su tecnología, incrementando los costos operativos.
Por otro lado, en el país se ha anunciado que no habrá una reforma fiscal el primer año de la nueva administración federal (2025), lo que puede ser visto como algo positivo por las empresas, al implicar menos cambios regulatorios a corto plazo, pero también puede representar un reto, ya que es probable que las auditorías fiscales y el cobro efectivo de impuestos sigan siendo la base de la actividad recaudatoria.
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