Actualmente, tecnologías como el análisis de datos (data & analytics), big data o robotic automation process (RPA) son ampliamente utilizadas por las empresas, porque hacen posible agilizar procesos internos y externos, así como aumentar la rentabilidad y eficiencia de los negocios; estas herramientas han llegado a convertirse en habilitadores de la confianza al mejorar la innovación, la calidad y la transparencia, mientras generan una mejor experiencia y personalización para los consumidores.
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También se encuentra en marcha el desarrollo de estrategias para incluir herramientas como la IA en los procesos empresariales, buscando capacitar al talento en su manejo y mitigar los riesgos asociados, así como aumentar la rentabilidad. Es, sin duda, el factor más comentado entre las empresas, así como en foros internacionales.
Si bien no es una tecnología nueva, en 2023 experimentó un avance impresionante que popularizó su uso, ya que su interfaz actual tiene las características de un asistente que aprende y elabora información a partir de los parámetros y algoritmos con los cuales haya sido configurado, lo que permite que la intervención humana sea de mayor impacto y valor.
Específicamente, la inteligencia artificial generativa (IAG) atrae la atención prioritaria de los CEO, lo que contribuye a mayores inversiones, principalmente en la adquisición de equipos (software y hardware) y en la transformación del capital humano para adaptarse a las exigencias tecnológicas.
Dicha capacitación debe incluir temas de fluidez digital, uso de herramientas y plataformas, análisis de datos, entre otros. Afortunadamente, muchas de las aplicaciones de IA resultan bastante intuitivas, por lo que resulta razonablemente sencillo empezar a emplearlas y optimizar su uso rápidamente.
Al respecto, seis de cada diez compañías globales (57%, 68% México) destacan que los aspectos éticos representan un desafío al momento de implementar IAG. A medida que el escrutinio y la normativa en torno a la IA incrementan, las estrategias deben articularse en torno a la generación de confianza.
Por supuesto, existen una serie de implicaciones éticas y de riesgo que acompañan a la decisión de implementar IA en los procesos empresariales, pero también es mayor el nivel de conciencia de las organizaciones sobre la ciberseguridad, lo que permite anticipar el despliegue de inversiones importantes en esta materia.
La posibilidad de que estas tecnologías puedan ser utilizadas con fines ilícitos o poco éticos está siempre latente, por lo que es menester para las organizaciones proteger sus activos y los de sus clientes mediante programas de seguridad de la información y protección de datos personales.
Adicionalmente, se debe delimitar el uso de este tipo de plataformas, así como verificar la autenticidad de sus usuarios. Si es necesario, las compañías tendrán que considerar adquirir servicios de empresas dedicadas a la prevención, detección y monitoreo de riesgos de información y seguridad, privilegiando a aquellas que emplean la IA como primera línea de defensa, pues estas serán las mejor capacitadas para atender y resolver incidentes cibernéticos sofisticados.
Lo anterior cobra especial relevancia si se considera que la regulación en la materia es todavía escasa y que, por lo tanto, los marcos de utilización de este tipo de herramientas admiten usos que posteriormente deberán monitorearse y controlarse más. Al respecto, un buen punto de partida es probar las aplicaciones en ambientes controlados y de preferencia internos, con el fin de identificar y corregir errores, así como perfeccionar los procesos.
A pesar de los riesgos, la tecnología juega un papel importante en la colaboración y la eficiencia en la toma de decisiones. Por ejemplo, aprovechando el poder del análisis avanzado y la IA para recopilar, analizar y presentar grandes conjuntos de datos de manera más efectiva. Además, posibilita el uso de soluciones innovadoras para acelerar las estrategias ASG y convertirlas en acciones en beneficio de los negocios, el planeta y la sociedad en general.