En el universo de consecuencias que trajo consigo COVID-19, es imposible dejar de mencionar, dentro las repercusiones más trascendentales, la aceleración vertiginosa que experimentó el comercio electrónico o e-commerce.
Descargue la publicación T-MEC: los nuevos estándares regulatorios
¿Cómo llegamos a este punto? Los antecedentes del comercio electrónico se remontan a la década de 1920, cuando las ventas por catálogo cobraron popularidad y se extendieron rápidamente. Algunos años después, en los sesenta, esta modalidad evolucionó para abrir paso a la aparición del intercambio de datos electrónicos (EDI, por sus siglas en inglés), la cual permitió manejar órdenes de compra de forma electrónica, y, en los ochenta, a las ventas por televisión y por teléfono. Finalmente, en la década de 1990, el internet se convirtió en una realidad cotidiana.
La aparición del virus desató una crisis económica mundial en la que numerosas empresas experimentaron una caída en sus ingresos o, incluso, el cese definitivo de sus operaciones. Estudios del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) afirman que, tan solo en México, alrededor de 1.6 millones de negocios cerraron a raíz de la emergencia sanitaria durante el primer año. Lo anterior, derivado de la falta de afluencia en los establecimientos, restricciones de capacidad, así como cambios en los patrones de los consumidores, entre otros factores.
No obstante, en medio de un contexto difícil e incierto, algunas compañías (sobre todo aquellas pertenecientes al sector tecnológico y de comercio electrónico) pudieron diferenciarse por su alto grado de digitalización, innovación y, sobre todo, resiliencia, logrando aumentar sus ventas de forma significativa e impulsando el valor de sus acciones y el posicionamiento de sus marcas.
Podría decirse que las empresas de comercio electrónico han tenido la oportunidad de crecer desde el brote del coronavirus, y las empresas de mensajería, por su parte, también han tenido incrementos en sus operaciones, ya que fueron esenciales para que los bienes pudieran ser enviados a los consumidores sin que estos tuvieran que salir de casa. En particular, los sectores de electrónicos y textiles fueron algunos de los preferidos por los compradores en canales digitales.
De acuerdo con la Asociación Mexicana de Ventas Online (AMVO), tan solo en 2020 el e-commerce alcanzó un crecimiento de 81% comparado con 2019; sin embargo, la evolución de la vacunación y el relajamiento de las medidas sanitarias, que permitieron a las personas regresar a trabajar y, en la medida de lo posible, retomar sus actividades de compra presenciales, coadyuvaron a desacelerar el boom de este tipo de comercio, cerrando el 2021 con un crecimiento de 27% comparado con el año anterior.
Cabe destacar que el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) resultó ser otro estímulo para el comercio electrónico, incorporando un capítulo específicamente sobre esta actividad que estaba ausente en el pasado TLCAN. Esto ha permitido trascender fronteras en el comercio online y apoyar a la no discriminación en productos digitales.
A saber, se incrementaron los montos exentos de impuestos, es decir, las personas ahora pueden importar una cantidad mayor de mercancías sin tener que cubrir el pago de aranceles, lo que, en última instancia, se traduce en un beneficio para los consumidores. Adicionalmente, a las pequeñas y medianas empresas se les ha dotado de herramientas para abrirse camino en el mundo del e-commerce, tales como préstamos, capacitación e información oportuna para una exportación más expedita.
Entre los desafíos que enfrentan las compañías que optan por el comercio electrónico destacan la seguridad de los datos, la ampliación de métodos de pago disponibles para los consumidores, la capacidad de manejar volúmenes elevados de pedidos, los plazos de entrega a tiempo y demás vicisitudes logísticas derivadas de un menor número de personal disponible, además de los retrasos en los puertos y el aumento de los costos de los combustibles, entre otras complicaciones.
Si bien se prevé que el desarrollo del comercio en línea mantenga una tendencia al alza en los próximos años, sería complicado alcanzar los números registrados durante el primer año de pandemia.
Además, el papel de las redes sociales y el uso de plataformas digitales se han convertido en pieza clave entre compradores y vendedores, por lo que es de interés preguntarnos: ¿hemos utilizado la evolución acelerada del comercio electrónico como aliada en el posicionamiento de nuestras marcas? El crecimiento continuo de esta actividad es innegable; si la respuesta a la interrogante planteada resulta aún incierta, será señal de que queda camino por recorrer para ser parte de quienes aprovechan el intercambio digital.
Opine: ¿De qué otras maneras la pandemia de COVID-19 ha revolucionado al comercio electrónico?
