Por: Hansel Moska, Socio de Asesoría en Administración de Riesgos Financieros especialista en Riesgos de Mercado y Tesorería de KPMG México, José Alfredo Carmona, Socio de Asesoría en Gestión de Riesgos Financieros especialista en Instrumentos Financieros y Valuaciones, e Itzel Aguilar, Directora de Asesoría en Gestión de Riesgos Financieros de KPMG México.

Obtener financiamiento se ha convertido en un desafío cada vez más exigente para las empresas, y en la actualidad existen diversas alternativas que van desde el financiamiento tradicional, a través de instituciones financieras o emisiones de deuda, hasta el uso de instrumentos híbridos o la incorporación de nuevos accionistas.

Al optar por financiamiento mediante deuda tradicional, por ejemplo, las compañías pueden acceder a tasas que reflejan su solidez financiera. Sin embargo, además de las fuentes tradicionales, las organizaciones tienen la posibilidad de recurrir a instrumentos compuestos o híbridos, los cuales, además de incluir un componente de deuda, incorporan un elemento de capital que representa un potencial beneficio para los inversionistas en caso de que la empresa tenga un buen desempeño; gracias a la combinación de instrumentos, el costo de financiamiento puede ser menor.

Para obtener estos beneficios, las entidades deben realizar un análisis adecuado de la estructura del instrumento, su intención económica, los criterios contables para ser considerado híbrido, contemplando además todos los aspectos legales y fiscales involucrados, para así, tener expectativas claras sobre las ventajas de este tipo de instrumentos.