La diversificación en el suministro energético no solo puede generar ahorros económicos, sino también ofrecer beneficios adicionales como la reducción de la exposición a la volatilidad tarifaria y la mitigación de impactos derivados de ajustes regulatorios. La existencia de contratos de cobertura, así como sistemas propios de generación y almacenamiento, contribuye a garantizar la continuidad operativa y fortalecer la resiliencia energética de las organizaciones.
Esta estrategia no solo responde a exigencias regulatorias, sino también a presiones internacionales de inversionistas, clientes, socios comerciales, entre otros terceros interesados, que valoran las prácticas sostenibles.
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Aunque todas las compañías pueden considerar opciones para diversificar su suministro, los beneficios no son necesariamente homogéneos. Las industrias con consumo intensivo, como la siderúrgica, minería, automotriz y las cadenas de autoservicio, han mostrado una mayor adopción de esquemas híbridos y suministro calificado.
Lo anterior se debe a que, debido a sus altos volúmenes de consumo, estas empresas tienen mayor capacidad para negociar condiciones competitivas y estructurar soluciones energéticas a la medida. Como se mencionó anteriormente, en algunos casos, combinan contratos bilaterales con generación propia mediante paneles solares, lo que les permite optimizar costos y cumplir con sus metas de sostenibilidad.
Sin embargo, el proceso de cambio de proveedor energético no está exento de riesgos. Una de las brechas más comunes es no realizar un análisis detallado del perfil de consumo: algunas empresas comparten datos generales con sus proveedores, lo que puede derivar en propuestas mal ajustadas a sus necesidades reales y traducirse en contratos poco eficientes, con cláusulas que no fueron debidamente revisadas y que comprometen a la organización por periodos prolongados sin generar los ahorros esperados.
Otro aspecto crítico es la falta de diagnóstico regulatorio. Muchas organizaciones desconocen los requisitos que deben cumplir ante entidades como la Comisión Nacional de Energía (CNE), la Secretaría de Energía (Sener), el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) o la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), lo que puede retrasar o complicar la transición hacia un nuevo esquema de suministro.
Además, se ha observado que las empresas con mejores resultados en sus estrategias energéticas suelen contar con áreas especializadas o personal capacitado en la materia. En contraste, aquellas que carecen de este enfoque tienden a depender de terceros y enfrentar mayores dificultades para identificar oportunidades, evaluar riesgos y negociar condiciones favorables.
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