Acontecimientos disruptivos como la pandemia de COVID-19, la sequía del canal de Panamá y el incidente en el canal de Suez han demostrado que las largas cadenas de suministro globales, construidas en las últimas décadas, son extremadamente vulnerables, ya que estas interrupciones no solo afectan a los clientes, sino que también pueden obligar a las organizaciones a transformar sus modelos de negocio de manera significativa.
Consulte la publicación Hacia un strategic shoring efectivo
En otras palabras, al reubicar sus cadenas, las compañías buscan acortar los plazos de entrega, eludir las medidas proteccionistas, evitar aranceles punitivos y lograr un mayor control sobre sus operaciones.
Al respecto, el término nearshoring ha ganado popularidad para describir esta tendencia de relocalización de las cadenas de suministro; sin embargo, en Estados Unidos (EE.UU.) se ha limitado a referirse exclusivamente a la transferencia de operaciones de Asia a México, por lo que proponemos un nuevo término que ofrece una visión más holística: strategic shoring.
Definimos el strategic shoring como el cambio en la huella geográfica de una cadena de suministro global, producto del traslado de ciertos eslabones de la producción hacia determinadas ubicaciones en las Américas, tales como México, Centroamérica, América del Sur, Canadá e incluso EE.UU., a fin de acercar los productos y servicios a los clientes estadounidenses y brindar un mejor servicio.
El estudio de KPMG, El beneficio de la proximidad,[1] no solo respalda la tendencia del strategic shoring, sino que también revela el creciente valor de la proximidad, la cual permite a las empresas mejorar su capacidad de resiliencia, reforzar sus cadenas y obtener una ventaja competitiva frente a la volatilidad del mercado.
Sin embargo, esta tendencia no está libre de amenazas. Existen al menos seis riesgos que las organizaciones deben considerar:
¿Cómo impactará el enfoque del strategic shoring en la competitividad de las empresas en su país?