Perspectivas de la Alta Dirección en México es un estudio publicado por KPMG México desde hace 20 años, uno de cuyos objetivos principales ha sido conocer las expectativas empresariales sobre el crecimiento de los negocios ante el ambiente de negocios imperante en cada ejercicio.
Consulte la publicación: Perspectivas de la Alta Dirección en México 2025. Incentivar la transformación para superar los desafíos
El optimismo de las empresas en cuanto a su propio desempeño es una constante que se ha mantenido hasta los ejercicios más recientes; en 2025, por ejemplo, en las proyecciones de venta, ocho de cada diez (80%) esperaban que estas aumentaran, y de cara a los siguientes tres años (2025, 2026 y 2027) ese porcentaje se elevaba a 89%.[1]
Hacia el futuro, sin duda, el nearshoring o relocalización de inversiones es el hito más reciente en el desarrollo de las empresas en México. No obstante, hay áreas de mejora para incrementar nuestra relevancia como destino de inversión, dado que, en el entorno global, países de Asia y Sudamérica, evidentemente también cuentan con características intrínsecas y, además, han fortalecido de manera muy importante sus capacidades competitivas en los últimos años.
A lo largo de las dos primeras décadas de Perspectivas, hemos visto cómo nuestro país ha demostrado gran flexibilidad y resiliencia ante distintos factores externos, las cuales se basan sin duda en factores históricamente relevantes, a los cuales se suman la infraestructura acumulada a lo largo de décadas: carreteras, puertos, aeropuertos, vías férreas, la cual ha sido un factor fundamental para aprovechar los mercados de alto consumo con los que México mantiene fuertes relaciones comerciales.
No es de extrañar, entonces, que algunos de los factores que la Alta Dirección ha identificado como necesarios para impulsar la competitividad hayan mostrado una evolución a lo largo de los años, pasando de privilegiar temas tangibles como la infraestructura física hacia subrayar la importancia de los marcos legales, la estabilidad, las reformas regulatorias, variables un poco más intangibles pero de alto valor agregado, a las que se suma la transformación digital, las oportunidades derivadas de cambios en los hábitos de consumo, la relocalización de operaciones o las mejores prácticas de gestión de talento.
Se debe garantizar el acceso a infraestructuras, no solo física, sino también de desarrollo del conocimiento; lograr marcos regulatorios confiables con base en la fortaleza del Estado de derecho, en general, mantener ambientes de negocio propicios para fomentar la inversión en el país.
Si bien cada nación tiene la responsabilidad y la libertad de definir su vocación hacia el futuro, durante muchos años la de México se concentró en la explotación de recursos naturales, basando las finanzas públicas en ello. Desde finales del siglo pasado, la diversificación hacia la industria de manufactura, abriendo la economía, permitió redefinir nuevos caminos de crecimiento, aportando valor al mercado global con base en nuestras capacidades de importación, transformación y exportación de productos ensamblados cada vez con mayor especialización.
En las primeras tres décadas del siglo XXI, los cambios estructurales en México y el mundo se han presentado a un ritmo sumamente acelerado. Es excepcional el año en que no vivimos algún evento complejo y disruptivo, desde la crisis financiera de 2008 junto con la influenza AH1N1 hasta la implementación de nuevos marcos regulatorios, la renegociación del T-MEC, los distintos efectos de la Cuarta Revolución Industrial, la pandemia de COVID-19, entre otras crisis de distinta índole y gravedad.
A pesar de ello, la Alta Dirección en México se ha mantenido relativamente optimista con respecto a sus empresas, a pesar del entorno económico, político o social que estemos atravesando como sociedad. Esto ha sido pieza fundamental para que la economía de nuestro país mantenga la resiliencia, con un claro mensaje de fortaleza por parte de la comunidad empresarial.
Sin duda, se ha desarrollado en la Alta Dirección la capacidad de coexistir con este un ambiente de negocios retador, viendo que prácticamente todos los días hay que asumir la posibilidad de que se presente alguna disrupción que nos obligue a mantener la mentalidad de crecimiento invirtiendo en nuestro talento, en la creación de una cultura organizacional que abrace el cambio, destinando recursos a las áreas de riesgo para mapearlos de manera oportuna y responder propositivamente a ellos más que solo reaccionar de manera limitada.
[1] Perspectivas de la Alta Dirección en México 2024. Superar los retos y aprovechar las oportunidades, KPMG México, 2024.
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