A finales de 2017, el gobierno estadounidense aprobó una de las reformas fiscales más importantes y ambiciosas de los últimos años, buscando incentivar la producción de bienes y servicios, incrementar el consumo interno y la repatriación de capitales.
Uno de los temas más importantes de esta reforma, a partir de 2018, es la tasa de impuesto sobre la renta en EE.UU., que disminuye de un 35% a un 21% para empresas, permite la deducción inmediata de inversiones e incluye tasas preferenciales para repatriación de capitales mantenidos en el extranjero. Cabe señalar que, además del impuesto sobre la renta federal en EE.UU., existe un impuesto sobre la renta estatal que varía por estado. En los estados en donde se encuentra la industria automotriz en EEUU, la tasa estatal promedia entre un 6% y 9%; con esto tenemos una tasa combinada de impuesto sobre la renta entre 27% y 30%.
Es claro que los fabricantes globales de la industria automotriz no basan su decisión de inversión en México meramente en las facilidades fiscales que se pueden otorgar, sino en una evaluación integral del costo de fabricación de los vehículos o autopartes, disponibilidad y costo de mano de obra calificada, acceso y disponibilidad de materias primas libres de arancel, el acceso a la plataforma de exportación del mercado TLCAN y de los 46 países con los que México tiene un tratado de libre comercio, costos de transporte y costos de energía, entre otros.
Parte de esta eficiencia en costos puede verse disminuida por el reparto de utilidades a los trabajadores, paros laborales, más días de vacaciones en México y rotación de personal.
El costo de mano de obra puede representar entre un 4% y un 15% del total del costo de las autopartes o vehículos, dependiendo de lo intensa que sea la mano de obra en la manufactura del producto. Si consideramos el beneficio fiscal de la reducción de la tasa de impuesto sobre la renta estadounidense, un posible incremento en el costo de la mano de obra en la renegociación del TLCAN, mayores costos de energía en México, costo más alto en flete al producir en México vehículos o partes para el consumo en Estados Unidos, resulta cada vez más desafiante absorber la suma de estos impactos contra la eficiencia que se tiene de un costo menor de mano de obra que representa la manufactura en México.
Estados Unidos está haciendo una labor importante para ofrecer condiciones favorables a la inversión en su territorio, por lo que existe una gran oportunidad y necesidad de que México responda a estas nuevas condiciones y reglas del mercado, mediante una reforma fiscal integral que incentive la inversión, con una tasa de impuesto sobre la renta competitiva, beneficios para las nuevas inversiones y que permita mantener e incrementar el flujo de capitales extranjeros hacia México.
¿La industria automotriz mexicana está preparada?
Hoy, México está preparado: se cuenta con diversos centros de excelencia de la industria automotriz; hay 396 instituciones en el país que ofrecen grados académicos en ingeniería, tecnología, diseño y producción y manufactura industrial; existe disponibilidad de personal calificado, tenemos una ventaja competitiva en el costo de la mano de obra y contamos con una gran plataforma de comercio exterior libre de aranceles con 46 países.
México debe capitalizar las oportunidades de esta industria altamente disruptiva para atraer y mantener la inversión mediante una oferta fiscal competitiva, incentivos para nuevas inversiones, incremento y promoción de los centros universitarios de excelencia, seguir con la gran labor de promoción y creación de tratados de libre comercio, impulsar el desarrollo de infraestructura nacional y trabajar en el fortalecimiento de nuestras instituciones para ser un claro destino para este sector.
