La Reforma Fiscal recientemente aprobada y que entró en vigor a partir de 2014 muestra esfuerzos del Poder Ejecutivo Federal y del Congreso por dotar a México de un régimen impositivo que logre la recaudación fiscal. Sin embargo, hay que hacer notar que la reforma se queda a mitad de camino, porque se centra en el afán recaudatorio y muy poco en la promoción de la actividad económica, la inversión y el empleo. La desaparición del IETU es un paso positivo, aunque no suficiente.
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Hay que advertir que, como ocurre en la mayoría de las reformas impulsadas por la actual administración, los resultados de la Reforma Fiscal deberán verse conforme pasen los meses, y en la medida en que se resuelvan los conflictos, se aclaren las dudas por parte del SAT y se evidencien los comportamientos de los consumidores y las empresas.
La recaudación fiscal es una gran responsabilidad para el país y para la sociedad, y todo lo que se haga para que esto sea simple, justo y transparente será bienvenido.
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